El poder del momento presente
El gran reto de los humanos que estamos vivos es la presencia: estar en estado de presencia, en estado de flujo constante. Acá te mostraremos cómo lograrlo.
Revisa tu cuerpo, siente tu respiración: ¿en qué estás pensando? ¿Estás en presente, o coqueteando con algún recuerdo —tal vez no agradable- del pasado? ¿O en angustia por algo que pueda suceder en el futuro? Además de pasar los ojos por estas letras digitales, ¿estás pensando en algo más? Es muy probable que sí. Pero no te sientas mal, no se trata de eso: se trata de integrar algunas técnicas y conceptos para recuperar lo más valioso que tenemos: el presente. Por eso, acá te van algunas formas sencillas de entender e integrar el estado de presencia.
El presente es exigente, pero más concreto que el pasado o el futuro
El único requisito que nos pone el presente es, precisamente, estar ahí, habitarlo, explorarlo. Estar en presente. Lo que pasa es que es difícil: son épocas de alta incertidumbre, que se viven tanto en lo personal como en los escenarios empresariales. Vivimos con cientos de cosas pendientes por hacer y, por más de que tratamos de administrarlas en listas, no dejamos de pensar en esa llamada que venimos procrastinando desde el comienzo de la semana, ni en el informe que nos pidieron de manera urgente (“Para yaaaaa”), ni en la entrevista con la que aspiramos a conseguir un trabajo que nos permita no seguir en este, en el cual los encargos urgentes no paran de llegar.
Se hace tan importante estar en estado de presencia, alcanzar el estado de flujo, que si no lo aprendes a administrar, de poco servirá que despaches la llamada, termines el informe o que obtengas ese nuevo empleo: allí también habrá cambios de última hora, imprevistos y situaciones que exigirán cambiar el rumbo.
De eso se trata la Improvisación Para la Vida: no de evitar que esos asuntos de última hora lleguen, sino de saberlos administrar. En otras palabras, y como tanto nos gusta decir, la Improvisación Para la Vida se propone prepararnos para no estar preparados.
¿Cómo así, y eso que tiene que ver con el estado de flujo o de presencia? Pues resulta que tiene todo que ver: gran parte de lo que nos dificulta administrar la incertidumbre, los cambios no avisados, los imprevistos, es que no logramos situarnos en el presente y evaluar objetivamente la situación. En otras palabras, ante algo eventual que se impone, no somos capaces de reaccionar a tiempo y de manera estratégica porque seguimos pensando en el plan original, o porque, simplemente, no aceptamos el nuevo estado de cosas.
Y el requisito fundamental para lograr una articulación exitosa entre eso que teníamos en mente antes y esto nuevo que llega es permitirnos habitar el presente.
El presente es exigente porque exige atención. Atención, observación, escucha; en otras palabras, permitirnos Percibir (uno de los tres principios de la Improvisación Para la Vida).
Pero esa exigencia es mucho más controlable por nuestra parte que las exigencias (tantas veces imaginarias o, al menos, intangibles) que provienen del pasado, y las incalculablemente volátiles del futuro. El presente solo pide que estés presente. A fin de cuentas, el presente es lo único con lo que verdaderamente contamos.
Qué es, entonces, el estado de presencia
Hablamos de ese estado en el que te encontrabas cuando el día se te fue volando. Estabas tan presente que ni lo notaste.
Seguro lo sentiste como un estado de plena atención, de intensa observación, de placer inmenso y de entrega absoluta. Te involucraste al máximo.
Cuando te envolviste ahí, las tareas pendientes siguieron pendientes, y los correos que no habías atendido siguieron sin atender. Pero en ese momento tu atención no se dirigió a esos asuntos sino que se dispuso a lo que estabas haciendo.
Pudo ser un partido de ajedrez, una película o una interesante conversación. Poco importa. Lo clave es que te entregaste sin medida a eso que estabas haciendo. Pusiste cada uno de tus sentidos allí.
Y esto nos deja una situación muy pero muy interesante: si atiendes tus correos con la misma concentración, si escuchas con la misma atención si, en fin, planeas tu día con la misma entrega, cada cosa que hagas va a estar mediada por el estado de presencia, ese estado que permite el estado de flujo: contemplar la vida como una progresión de acciones que se suceden naturalmente.
Ya lo decíamos: planear es procrastinar un poco. Es decir, cuando distribuyes los tiempos y los espacios para cada asunto, una vez ingresas a cada uno, pones toda tu atención allí. Los planes, las listas, los guiones, existen justamente para que puedas hacer una cosa a la vez.
Estado de presencia en la práctica
Dirás: “Bueno, sí, muy interesante, pero entonces ¿cómo hago para entrar en ese estado de presencia tan maravilloso del que hablan?”
Diremos: practica algunas de estas herramientas que te vamos a proponer, intenta con las que te parezcan más atractivas.
- Respira. Practica tu respiración consciente. Siente el aire entrar en tu cuerpo, visualiza cómo oxigena cada parte: el estómago, el pecho (estos los puedes ver); pero también intenta visualizar el aire entrando en la cabeza, en las piernas. De hecho, está sucediendo, ya mismo.
- Permítete observar. Percibir es tan fantástico que te permite evitar inconvenientes de última hora, gracias a que los prevés, con calma y claridad. De paso, observar te permite conectar visualmente con las personas que estén presentes, lo cual es una ganancia enorme cuando se trata, por ejemplo, de equipos de trabajo.
- Suspende todo lo que no es el presente, la situación actual. Para eso está la lista con cositas para hacer después, la agenda, los planes y todas las formas que los humanos nos hemos inventado en la vida para sentir que administramos el tiempo. Lo único que merece atención plena es lo que estás viendo y viviendo ya: cruzar la calle ya es lo suficientemente retador como para que, además, te pre-ocupes de los documentos adjuntos que hayas podido olvidar en el último correo que enviaste. Ya habrá tiempo de revisar, por ahora cuida tu vida y la de las demás personas que cruzan la calle.
- Aprende a bloquear las pop-up mentales. Cuando estás en algo y llegan los recordatorios mentales (que la reunión, que el informe para el comité, que la presentación de la próxima semana, y etcétera y etcétera), aprende a visualizarlos como ventanitas emergentes en el computador que minimizas tan pronto aparecen. Ya llegará el momento de atenderles. Por ahora, estás en lo tuyo. Eso sí: cuando sea el momento de leer las ventanitas emergentes, hazlo con toda la atención.
- Confía. En tu propio proceso, en tus herramientas, en el poder de tu planeación. Cuando lleguen los cambios repentinos, siempre sabrás qué hacer. Confía en que apuntaste bien la agenda y que, si hubiere algo que pasaste por alto, encontrarás quién te apoye. Confía, finalmente, en que te puedes desconectar de todo lo otro mientras haces esto que ahora corresponde: revisar correo con el 100% de tu potencial lector/procesador/respondedor de correos cuando es el momento de hacerlo; entrégate a la serie, vive cada palabra de sus diálogos y siente la música entrar por tu piel cuando es el momento de ver la serie; revisa cada tilde del informe que vas a enviar mañana, cuando sea el momento de revisarlo.
Con estas herramientas vas a darle más cabida al presente. Y es algo que se integra con nuestro Decálogo [+1] de la Improvisación Para la Vida. Si te cuesta abrazar al presente y vives con esa sensación constante de que se te olvida algo, de seguro te servirán estos tips para llevar un sistema de listas que no te facilite perder la brújula. Así mismo, si quieres reírte un poco con los 12 tipos de personas según cómo reaccionan a los cambios imprevistos, te sentará fantástico nuestro Horóscopo.
En cualquier caso, la presencia en el presente es un primer camino hacia una vida en la que se integran los objetivos corporativos con tus metas personales, y donde pasas de la tensión a la acción. Como una mezcla extraña entre estar siempre atento pero en relajación, a fin de poner la energía donde verdaderamente importa: en tus objetivos.
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