La Impro Llama
La idea es simple, pero tan simple, que de la sencillez abruma por los resultados: nuestro Director, Yesid Castro, llama a un improvisador/a. Sin avisarle que le va a llamar; sin avisarle que está grabando; y sin avisarle que van a improvisar.
Simplemente, toma el teléfono, llama, instala una situación, y… ¡Adivinen! Quien contesta, casi siempre, sigue el juego.
¿Por qué? ¿Por qué sucede que quien recibe la llamada entra directamente en el juego de la imaginación improvisadora?
Simple: porque la Improvisación se basa en un principio que, llevado a la vida de todos los días, nos puede permitir ampliar horizontes de la realidad. Ese principio se llama la aceptación.
¿En qué consiste?
En escena, cuando hacemos improvisación para un público, aceptar las propuestas del compañero de escena nos abre caminos, más que negar o bloquearlos. Supongamos: alguien propone, “Mira, he secuestrado al conejo de Alicia, lo tengo en mi poder”.
En clave de la realidad cotidiana, a menudo, las personas que más “avanzan” son las que mantienen las normas del sistema. Esto lo hemos aprendido porque buena parte de la vida cotidiana consiste en mantener la cotidianidad de los días.
La aceptación consiste en lo contrario. Permitir que las propuestas del otro, que se instalan en sus palabras y sus gestos, sean la puerta de entrada a un mundo posible.
Por eso, ante un “Tengo en mi poder al conejo”, una persona en condiciones normales podría decir “Ay, a ver, eso es una novela, cuál conejo, cuál Alicia”.
Pero, ya vemos (o mejor: escuchamos), la respuesta es aceptar esa propuesta y entrar de inmediato en el juego.
La realidad, que consiste tanto en la repetición de patrones conocidos, es un buen argumento para negar que alguien haya secuestrado al conejo de Alicia. En la Impro, sin embargo, dejarse llevar por esa propuesta, nos abre nuevos horizontes. Poco importa si es real o no; es una situación posible. Y la aceptación nos abre ese camino.
Antes de ir al podcast, volvamos a la vida: en una reunión de trabajo debemos resolver una situación, atender 100 invitados en un salón que sólo tiene capacidad para 50 personas. Alguien dice: ¿y si hacemos el evento mixto, virtual y presencial? Alguien sensato diría: “Ni se te ocurra, va a haber algunos que se sientan menos importantes por atender el evento virtualmente”.
Alguien que acepte puede seguir la idea, en cambio: “Vale, hagamos un pequeño concurso: los que respondan unas preguntas clave, entran a la sala VIP, y los demás asisten al evento virtual, y les enviamos algún valor agregado”.
Antes de ir a escuchar el podcast, aceptemos que ambas ideas pueden no ser las mejores (por ahora); pero haber aceptado la propuesta nos lleva a idear nuevas posibilidades sobre un mismo problema.
Escucha el podcast aquí (o en la tu plataforma podcasts de confianza), y piensa en lo de aceptar, uno de los tantos principios que nos ofrece la #ImprovisaciónParaLaVida.