Tres razones por las que te cuesta improvisar -para la vida-
Probablemente haya más, pero acá vamos con tres razones por las que improvisar en y para la vida te puede estar costando más de lo necesario.
A veces la exigencia de improvisar llega por una situación inesperada. A veces, la inesperada es la jefe, que un día se inspira y te pide, a última hora, hacer algo para lo que no tenías preparación previa. A veces, es el azar. Y, tantas otras veces (aunque no suelen ser las más frecuentes), es tu misma voz interior la que te pide: hagamos esta vez las cosas de manera diferente. En cualquiera de los casos, seguro habrás notado la resistencia que se genera en tu cuerpo: no quieres, te niegas, bloqueas la mera posibilidad de tener que improvisar. Para ayudarte a disminuir esa sensación incómoda, vamos a compartir en esta entrada tres razones por las que (tal vez) te cuesta improvisar para la vida.
Hola, ¿en serio debo improvisar?
En rigor, lo único estrictamente indispensable que debemos hacer todos los seres humanos es respirar. Hay muchos otros deberes, pero si de conservar la vida se trata, ingresar oxígeno al cerebro es crucial. Lo único verdaderamente crucial. De ahí para allá, todo lo que sigue son deberes sociales, lo cual no les quita el peso que a veces ejercen sobre nosotros. Decirlo desde el principio es una buena manera para proponerte esta idea: aceptar, entender y practicar la Improvisación para la Vida no es una cosa a la que nadie puede obligarte. O no, al menos, en condiciones ideales.
Lo que pasa es que no siempre las condiciones que vivimos son las condiciones que consideramos ideales. El matiz lo introducimos por esta razón: no es que te vamos a obligar a abrazar la idea de la improvisación, particularmente la de la Improvisación para la Vida, como si se tratara de una imposición. Entendemos la improvisación como una posibilidad. Y ella nos trae, de hecho, muchas posibilidades más, que se nos abren cuando la admitimos como un enfoque posible con el cual resolver asuntos difíciles. O incluso los fáciles
Acordemos entonces esto: sea que venga por orden de un superior, por el caos y la incertidumbre propios del mundo actual, por una iniciativa tuya, o por una exigencia del mercado, es probable que la idea misma de improvisación te crispe la piel. así que vamos a mirar algunas razones por las cuales esto ocurre. Y, como nos gusta la proactividad, te vamos a proponer algunos posibles caminos de solución para cada razón.
Creer que improvisar es sinónimo de desorden
Y como se supone que el orden es un valor supremo, entonces asumir que orden e improvisación se contradicen es una gran razón por la cual la mera mención de la palabra improvisación te pone los nervios de punta.
Pero vamos por partes. En realidad, desde la forma como entendemos la improvisación, es que lo que nosotros llamamos Improvisación para la Vida, el orden, la planeación y los objetivos no solo son compatibles con la improvisación sino que la constituyen. Dicho de otro modo: para improvisar, es decir, para estar preparados cuando no estamos preparados, se requiere: saber cuáles son los objetivos, debemos disponer los recursos de cara a ellos (los objetivos) y debemos, además, tener las cosas claras. O sea, la Improvisación para la Vida pasa, necesariamente, por el orden, la planeación y los objetivos.
Eso sí: ordenamos, planeamos y proyectamos, pero lo hacemos en estado de presencia y con mucha espontaneidad.
El concepto que mejor explica esto es Plataforma. En Improvisación para la Vida adoptamos estructuras, moldes, protocolos, fórmulas ya creadas para resolver las situaciones inesperadas cuando pareciera que no hay caminos para resolverlas. Vamos con un ejemplo:
Suponte que te invitan por primera vez a un Comité. Seamos más dramáticos: te invitaron diez minutos antes de que iniciara. Y no sabes qué hacer. Cómo comportarte, qué esperar, etcétera.
Bueno, “no sabes”, pero sí sabes. No sabes cómo en particular es este al que ya estás entrando. Pero muchas otras veces seguramente has aterrizado en espacios a los que no te habían dado una inducción. Llegaste por las circunstancias, por la suerte, por alguna petición externa. Lo que fuera.
¿Qué hiciste? Observar e imitar lo que veías.
Pues bien, esta es tu primera vez en _este_ comité, pero ya habrás estado en otros. La dinámica es la misma en términos generales. Sin importar que se llame comité técnico, o de ventas, o de vigilancia y control, o de revisión jurídica, o de ética… Todos, todos los comités comparten algunos rasgos.
Así que recordarlos, entenderlos como una estructura, te puede permitir sentir menos ansiedad al llegar al nuevo espacio.
Recuerda esto: aunque sean técnicos, de ventas, de vigilancia y control, de revisión jurídica o de ética, hay una pista que te da la plataforma: “comité”. Entonces tal vez estés en el comité “técnico”, pero en lo que te vas a fijar es que estás, antes que nada y primero que todo, en un comité.
Razón que te impide improvisar con naturalidad: creer que improvisar es sinónimo de desorden.
Solución: practica el concepto de “plataforma” y verás que hay mucho orden en aquellas situaciones en las que debes improvisar.
Creer que improvisar es alejarse de los objetivos
Suele ser normal que las personas visualizan su fluir vital por un lado y los objetivos como si se estuvieran alejando. Pero en la Improvisación para la Vida, es justo al contrario: improvisación para alcanzar más, mejor y (si es lo deseable) más rápida y (sobre todo) espontáneamente los objetivos.
En rigor, la Improvisación para la Vida no te aleja de tus metas. De hecho, te acerca de manera más espontánea y tranquila a ellas.
Para poner en práctica esto, una idea que puede servirte es la de Improvisación Estratégica. Con este concepto hicimos un curso que puede servirte mucho. Pero, para resumirlo de manera amable, consiste en lo siguiente: la estrategia consiste en visualizar un camino de unión entre el presente que habitas y el futuro ideal al que quieres llegar. Pues bien, la improvisación —cuando es estratégica— hace que nunca pierdas de vista ese punto de llegada pero que tengas la flexibilidad suficiente para tomar decisiones coyunturales de última hora.
Míralo así: tu meta es llegar a la playa, debes ir en tu carro. Como en la mañana hay alto flujo vehicular en la mañana, tu estrategia es madrugar, teniendo todo listo desde el día anterior: la comida, la ropa de baño, los amigos confirmados.
La meta está clara. Y el camino para llegar también (si no, Google Maps te ayuda).
Pero a una hora de viaje, una rueda se pincha (o un amigo se enferma, o el jefe te llama para que envíes algo de última hora, o hay derrumbe en la carretera, o pasa alguna de las cosas que siempre pasa cuando menos queremos que pasen).
No hay mejor ejemplo de Improvisación Estratégica que este, porque, repasemos algunas preguntas:
-¿Abandonas tu viaje a la playa?
-¿Dejas de cubrir alguna de las situaciones que se presentan inesperadamente? (la enfermedad del amigo, la llamada del jefe, el derrumbe en la carretera…)
Seguro resuelves las situaciones imprevistas sin abandonar la meta.
Así es la Improvisación Estratégica: mantienes la idea original de la meta (la playa) pero resuelves de la mejor manera lo que llega sin avisar y parece amenazar la consecución de tu meta.
Razón que te impide improvisar con naturalidad: creer que improvisar es alejarse de los objetivos.
Solución: practica la Improvisación Estratégica (y recuerda esa vez que, pese a los mil inconvenientes, llegaste a la playa).
Creer que no serás capaz de actuar por fuera de lo planeado
Pero esto ya sabes que es falso: porque, en efecto, llegaste a la playa. O te graduaste (a pesar de que, meses antes, parecía que no), o te llamaron para ese cargo (a pesar de que tenías la sensación de que te había ido terrible en la entrevista), o pasaste el examen de inglés (aunque saliste con la plena convicción de que no ibas a aprobar).
Lo cierto es que pasamos muy buena parte de la vida aprendiendo a hacer lo que nos piden, en los términos precisos en los que nos lo piden, y acorde a las especificaciones de quien lo pidió. Con profes, jefes, superiores, entes reguladores y, en general, con todo el mundo es así: alguien pide cosas de nosotros. Y muy buena parte de la vida hemos desarrollado la habilidad de entregar, cumplir, obedecer, responder, etcétera (lo cual tiene su lado positivo: nos hemos promovido en los estudios, en los empleos, en las familias, y demás instituciones sociales).
Pero la vida tiene ese otro lado, que es justo el que intenta atender la Improvisación para la Vida: aquel donde no se trata de obedecer sino de imaginar, no se trata de responder sino de diseñar, no se trata de ejecutar sino de ingeniar.
Para resolver esta situación de no sentirte de capaz de improvisar, te recomendamos tres ideas: primero, recuerda que fuiste a la playa (y te graduaste, y aprobaste inglés, etcétera); segundo, apaga esa voz impostora que te convence tan fácil de que no eres capaz; tercero, comienza la práctica de la improvisación en situaciones donde tú puedes decidirlo, antes de que llegue como una exigencia externa y de última hora.
Estas tres se resumen en: prepararse para no estar preparado. Acá en forma de libro, y acá como curso.
Razón que te impide improvisar con naturalidad: creer que no eres capaz de actuar por fuera de lo planeado.
Solución: Prepárate para no estar preparado y ponlo en práctica (previamente: recuerda que fuiste a la playa —es decir, recuerda que ya antes has hecho improvisación—, apaga la voz demente y disponte para transitar situaciones para las que no te has preparado previamente 😏
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